¡EL PIRATA DRAKE FUE SEPULTADO EN ARICA!

Antiguo aspecto que tenía el mausoleo misterioso, cuando se hallaba rodeado de cruces y sepulturas menores (Fuente imagen: paneles de exposición turística del Mercado Antiguo de Arica).

Se trata de uno de los enigmas funerarios más extraños y difíciles de resolver de la ciudad de Arica y, probablemente, en toda la región cabecera de Chile. El misterioso y siniestro caso está enclavado en su Cementerio Municipal, aunque parece ser que pocos chilenos saben de este extrañísimo caso, fuera de los habitantes de la misma ciudad nortina. La misteriosa tumba estuvo largo tiempo por el ala oriente de esta necrópolis situada en calle Lastarria, enfrente del origen de la avenida Vicuña Mackenna, lo que la hacía menos visible en aquellos tiempos. Hoy, en cambio, puede ser admirada en una mejor ubicación por los visitantes, ya que se ha vuelto una extravagante atracción del mismo lugar.

En su obra “Huella de siglos” de 1966, el prolífico autor nortino Jorge Inostrosa relató la forma casi accidental en la que habría sido revelado aquel intrigante supuesto asunto del cementerio ante la ciudadanía ariqueña:

Muchos de los antiguos vecinos afirman a pie juntillas que corresponde a la tumba del personaje cuyo nombre aparece allí inscrito, pero la historia y su cronología contradicen tal aserto. Ese mausoleo hasta hace pocos años se veía como una columna que soportaba una cruz de metal, estando su base sepultada por la arena, y una plancha de hierro incrustada en el medio de la columna era ilegible por la carcoma del aire marino. Sin embargo, un vecino investigador y acucioso se dio maña en limpiar esa plancha y, con gran sorpresa de todos los ariqueños, apareció la siguiente lectura: “Sir Francis Drake, Q. E. P. D. RDO. PPF. 1798”.

Nadie ha dado una respuesta razonable y convincente sobre lo que puede hacer allí, entonces, un imposible sitio para el reposo eterno para uno de los más famosos corsarios de la historia de la navegación mundial. Los intentos por proporcionar una explicación desde el folclore y las tradiciones ofrecen de todo: un tesoro de doblones y barras de oro escondido y hecho pasar por sepultura; una humorada de mal gusto realizada por anónimos bromistas para asustar a sus coterráneos; la existencia de una cofradía a la que perteneció el capitán inglés y que mantendría seguidores activos en la nortina ciudad, quienes decidieron levantar este conjunto conmemorativo a modo de altar o fingiéndose una cripta simbólica; una simple tomadura de pelo ejecutada por estudiantes universitarios durante sus fiestas estudiantiles pero que terminó saliéndose de control y gestando una leyenda, etc.

Al envejecer la tumba de marras, además, se fueron acumulando más cuentos raros sobre su origen y motivos de tal presencia. Fue así como también se habló de errores involuntarios en la identificación de la sepultura, de fantasías deliberadamente hechas para tratar de atraer público al cementerio con un falso histórico, de un engaño inglés perpetrado para confundir a los marinos españoles que querían capturar a Drake en su época o incluso de un monumento “preventivo” y talismánico similar a otros se habrían levantado en diferentes ciudades por las que pasó el pirata cometiendo sus famosas fechorías. En este último caso, entonces, la tumba sería para eludir con su poder la posibilidad de que la maldición de saqueo y destrucción que acarreaba Drake retornara a estas costas.

Cuál sea su verdadero origen, sin embargo, la sepultura se ha convertido en un encanto más del mismo histórico recinto, volviéndola depositaria de algunas situaciones pintorescas aportadas por el costumbrismo, inclusive. Persisten muchas cosas extrañas alrededor suyo, de hecho, partiendo por su aparición en el lugar original que ocupaba por el sector antiguo, antes rodeado de cruces bajas pero que después fue llenado con mausoleos y calles. Estos cambios perdonaron por décadas a la arcana sepultura del misterioso Drake allí supuestamente enterrado, si es que se guardó alguna vez un cuerpo en su catafalco.

En síntesis, el conjunto está conformado de una rústica pieza a modo de sarcófago confeccionado con el aspecto de la piedra tallada. Fue dispuesto a ras de tierra, quedando parcialmente sepultado con el correr de las décadas. Sobre el mismo se levanta una columna también de toscas terminaciones, con cierto estilo que imitaría a los pilares de fuste acanalado sobre un plinto rectangular. Se cree que este poste o columna intenta alzarse emulando a la situación del mástil de un navío antiguo. En tanto, el plinto y el sarcófago llevan unos dibujos e inscripciones de escaso talento artístico y deficiente acabado, casi infantiles, pero mostrando calaveras con huesos cruzados, jarrones con flores y otras decoraciones en relieve.

No se trata de una obra artística o de rigores elegantes, entonces, pero aún con su simplicidad y una materialidad más bien modesta, quien haya decidido construir la tumba requirió de una cantidad de recursos importante. Esto nos da una pista de las buenas intenciones que debieron haber tenido sus creadores, más allá de las posibilidades de que sólo se trate de una broma pesada para el pueblo ariqueño.

 

Vistas de la tumba en su aspecto y ubicación anterior dentro del Cementerio Municipal de Arica, hacia el año 2013.

La pieza más relevante y decisiva de todo el conjunto está en lo alto, sin embargo... En lugar de capitel, la señalada columna está rematada por una pequeña pirámide y, sobre esta, una cruz en hierro de forja con aquella intrigante placa oscura de metal fundido, en donde se lee -en caracteres muy poco artísticos- la señalada referencia:

SIR FRANCIS DRAKE
QEPD
RDO PPF 1798

Hay algo como un número 1 o lo que se interpretaba también como una letra V justo antes de la inscripción del año (también es poco legible), quizá correspondiendo a un símbolo con estas formas. No sabemos si pueda estar señalando en el sistema arábico moderno al mes de enero o en el romano al de mayo, en tales casos. Nótese también que el mensaje allí disponible no se asume como parte de una cripta, sino que, al parecer, lo hace como un “recuerdo” (RDO). En otros tiempos, además, este conjunto entero había estado pintado de un color claro o blanco: dicen que fue la cantidad de inscripciones que hacían los visitantes con rotuladores y lápices de tinta sobre su superficie lo que obligó a cambiarla a tonalidades más oscuras, primero pintada de azul turquí y luego en rojo colonial o marrón.

Quizá sea de Perogrullo advertir que, en la actualidad, nadie cree realmente en Arica que allí pueda encontrarse el más famoso corsario británico, por frustrante que resulte esto al orgullo local. Entre muchas otras razones, es obvio que no corresponde a su tumba porque Drake, nombrado Sir por la corona británica y aplaudido como héroe en Albión, falleció dos siglos antes: en 1596, hacia los 52 años, en Portobelo, Panamá. Había perecido tras dificultosas últimas campañas de guerra mezcladas con piratería, además, las que intentó llevar adelante en territorio indiano con la expectativa de fundar una base inglesa, cosechando en su lugar grandes fracasos. En aquella ocasión su cadáver fue arrojado al océano en un cajón al que se adicionó peso para enviarlo al fondo, de modo que debió perderse en el mar y sólo alimentar cangrejos... O, al menos, eso es lo que se ha dicho oficialmente.

Otro motivo incontestable por el que aquella tumba no fue ni será jamás de Drake se relaciona con la cronología: el hecho de que el Cementerio Municipal de Arica sea posterior a la misma fecha que se señala allí como la de sepultación de Drake. Y, aun si hubiese pertenecido a tiempos coloniales o tuviese un antecedente en el período que permitiera filtrar dudas al respecto, la administración religiosa española de los camposantos en 1596 y todavía en 1798 se habría negado rotundamente a sepultar en el lugar a un personaje como él: pirata, inglés y protestante... Es decir, tres veces adversario del Imperio Hispánico y de la propia fe católica, en consecuencia. Esperar que sus restos estén allí, por lo tanto, es tan fabuloso como si la tumba señalara al mítico capitán Davy Jones sepultado en ella.

El origen de la extraña situación sigue siendo, por lo tanto, un enigma persistente que aún provoca confusiones y del que ni siquiera hay certeza sobre su antigüedad real. Ciertos rasgos de barroco colonial tardío en su ornamentación parecen ser otro deliberado intento por hacerla parecer más vieja de lo que en realidad resultaría. J. H. von Gierke Kittsteiner, por ejemplo, asegura en “Arica, tierra de historia” que el conjunto data en realidad de 1850 o cerca de los años inaugurales del propio cementerio. En cambio, en su obra “Arica, puerta nueva”, el sacerdote militar Luis Urzúa Urzúa fue categórico en 1957 para señalar la situación de fraude histórico que involucra tan falsa sepultura, pero indicándolo ejecutado en otra época:

Esta burda estafa de la historia trae su origen de unos treinta años atrás. Lo curioso sería averiguar cómo pudo realizarse en un pueblo de estimable cultura general y dotado de autoridades competentes. Por supuesto que el ánima del corsario tiene devotos que cubren de flores y luces su tumba todos los años para la conmemoración de los difuntos.

Entre la historia y la leyenda, mientras tanto, las creencias sobre una supuesta fortuna relacionada con la cripta recuerdan que Drake había pasado cometiendo calaveradas por las costas de Arica el 6 de febrero de 1580, durante su campaña por las costas del Pacífico. Se habría apropiado por entonces de un cargamento de 800 barras de plata, 123 de oro y 500.000 reales de plata del Rey de España, enterrándolo en el mismo pueblo según se lee en fuentes como “A new light on Drake”, de la investigadora y antropóloga Zelia Nuttall (1914). Esta idea ha sido comentada también en nuestra época, especialmente por el residente ariqueño Tomás Bradanovic en su medio digital “Diccionario de Curiosidades de Arica”. Sería, acaso, lo que dio pábulo para que muchos crean que la tumba guarda en realidad un fantástico tesoro perdido o, en su defecto, el mapa y la claves para dar con el mismo en la ciudad.

Imágenes de la "sepultura" actual de Drake, trasladada hasta un sector más central y cercano a los accesos del mismo cementerio.

Durante cierta época la pretendida tumba también llegó a ser muy visitada por virtuales “devotos” o una suerte de admiradores del pirata. Esto fue convirtiéndola en una animita o equivalente a tumba milagrosa a la que se llegaba entregando ofrendas y pidiendo de a cambio favores. Bradanovic hace memoria sobre cómo, a fines de los años sesenta, esta tradición era conocida y practicada especialmente por los estudiantes: solicitaban intervenciones del "querido pirata" para resolver problemas de amor o rendimiento escolar, dejando sus peticiones en pequeños papeles doblados e inscripciones sobre la estructura, de manera similar a como sucede con el mausoleo de José Manuel Balmaceda en el Cementerio General en Santiago. Si alguien leía esos papelitos, podía desatarse una maldición contra el imprudente.

Ya en los años ochenta, en cambio, el “patronato” del Drake se había extendido hasta los alumnos de secundaria y universitarios de primer año. Estos también dejaban notas al personaje después de emborracharse o antes de ejecutar pruebas de valor en  encuentros de celebración como las clásicas fiestas mechonas. Para recibir algunas de aquellas notas se había instalado sobre el sarcófago una especie de canastillo.

Con el correr de los años fue desapareciendo la característica de animita en la tumba de Drake, aunque todavía en nuestra época continúe recibiendo flores de plástico y una que otra real, permaneciendo así siempre decorada y medianamente colorida. De hecho, todavía hay quienes recurren a la pretendida generosidad post mortem corsario: hasta pasado el cambio de siglo, seguía existiendo el mencionado canastillo para los papelitos y las cartas con peticiones. Sobre el catafalco, además, algunos insistían en hacer anotaciones de agradecimientos, rogativas o simples recuerdos tipo “aquí estuvo fulano” más la fecha, de modo que su “culto” no se extinguió del todo en Arica, pues sólo fue bajando unos cuantos peldaños en su popularidad, pero para seguir funcionando perfectamente como tumba milagrosa todavía cerca de nuestro tiempo, de alguna manera.

Cabe señalar que hubo un momento cuando se realizó una gran remodelación de la necrópolis para habilitar espacios a nuevos nichos y mausoleos en ese mismo sector, por lo que se pensó por primera vez en trasladar al conjunto del corsario fuera del Cementerio Municipal y, si acaso los había, también los restos humanos en su interior. Se barajó como opción principal un rincón de la ex Isla Alacrán, de modo que el supuesto Drake iba a reposar ahora junto a las mismas olas del mar donde navegó e hizo su propia biografía, entonces. Sin embargo, el plan nunca pudo llevarse a efecto: por el contrario, la tumba fue reforzada y rodeada de un murallón bajo enladrillado, con forma como de cruz greca visto desde encima. Casi todas las antiguas sepulturas individuales alrededor suyo desaparecieron y el cambio de nivel del suelo en aquellos trabajos dejó parte de los dibujos o grabados del catafalco pirata parcialmente perdidos, ocultos bajo la línea del terreno y el pasto.

Sólo en tiempos recientes, durante el año 2018 y a causa de nuevas modificaciones y mejoramientos para las capacidades de sepultura dentro de la patrimonial ciudadela de muertos, la impostora tumba del inglés fue cambiada a un lugar más central dentro d e este cementerio y mejorada con algunas felices intervenciones nuevas, las que incluyen una base más alta, un pequeño cuadro explicativo y un cierre perimetral. También le fue devuelto su antiguo y pulcro color blanco. Como era de esperarse, sin embargo, no había restos humanos en ella.

Dice allí en el conjunto parte de la información dispuesta ahora para los visitantes, quienes llegan diariamente a conocer esta extrañísima especie de monumento a la infame patente de corso:

Cuenta que antiguamente se encontraban enterradas una gran cantidad de cruces menores y sepulturas en el área que ocupa el actual Cementerio Municipal de Arica, en esa época era un sector alejado del Pueblo de Arica el cual comenzaba emplazado a los pies del conocido Morro de Arica.

Se cree que en este lugar entre los años 1580 y 1596 se construyó esta enigmática sepultura para despistar y distraer a los españoles que querían dar muerte al pirata. Finalmente la “Tumba del Pirata Drake” se transforma en leyenda que se propagó de boca en boca a través del tiempo diciéndose que “...En esta sepultura yacía uno de los hombres más famosos de la época, sir Francis Drake, el más célebre corsario internacional de la historia náutica de todos los océanos y almirante de la flota de su majestad la reina Isabel de Inglaterra, conocido en la actualidad como El Pirata Drake”.

La reseña a la vista continúa su exposición refiriéndose a la vida del personaje y a su señalada incursión sobre Arica en febrero de 1580 en el galeón Golden Hind, ocasión en la que robó cuanto pudo a los asustados españoles y criollos residentes: vino, arcabuces, especies y barras de oro y plata. También se agrega algo sobre la señalada leyenda del tesoro que habría sepultado en la misma ciudad, pero en algún lugar que ha permanecido desconocido y que sigue sin ser revelado ni hallado.

Lo único seguro al rededor de la extraña tumba del cementerio de Arica es que nunca se podrá resolver del todo el enigma que  la ronda, ni por el porqué está asociada explícita e intencionadamente a Francis Drake. Quienes pudieron tener la respuesta a estas interrogantes como protagonistas o cómplices, ya partieron de este mundo llevándose el secreto. Tampoco será fácil comprender las razones por las que este extraño monumento fúnebre acabó convertido en una animita milagrosa. Son todas interrogantes que, sin embargo, han continuado enriqueciendo el mito y alimentando más aún la imaginación que se libera ante tan extraña curiosidad en Arica.

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