EL PATIO PARA EL DESCANSO ETERNO DE LOS DISIDENTES
El gran pórtico con frontón, en el ingreso al Patio de los Disidentes por calle Poniente con Calvario, Cementerio General de Santiago.
La apertura del Cementerio General de Santiago, en la actual comuna de Recoleta, tuvo lugar en diciembre de 1821 por voluntad y determinación del gobierno de don Bernardo O’Higgins Riquelme, aunque posiblemente influido por fray Camilo Henríquez según ciertas opiniones. Justo Abel Rosales en “Sepulcros y difuntos. Noticias históricas y tradiciones sobre el Cementerio General” y en la reedición de la misma obra retitulada “Historia y tradiciones del Cementerio General de Santiago”, confirma que aquel lugar a espaldas del cerro Blanco y de la Chacra de La Viñita había sido antes un viñedo con potreros de los sacerdotes de la Orden de Santo Domingo, cuyo convento recoleto estuvo a poca distancia en el mismo camino de la Recoleta. El entonces llamado Panteón ocupaba allí sólo una pequeña parte de su actual perímetro, además.
Hemos dicho en otros artículos de este sitio que la obra se consiguió, principalmente, con la recaudación obtenida por una cesión de derechos en la extracción de nieve y fabricación de helados, para curiosidad histórica. El proyecto de habilitación del camposanto fue presentado como solución ante la necesidad de establecer lugares para las sepulturas de la capital en reemplazo de las modestas fosas o enterraderos para pobres, terminando también con la costumbre de sepultar a gente connotada en templos católicos. Se creen que en su ubicación afuera de la ciudad y al norte de La Chimba habrían influido posibles factores sanitarios tempranamente considerados, como la dirección de los vientos en la cuenca mapochina y la ubicación de los cursos de las aguas de regadíos.
El primer administrador del recinto fue el distinguido abogado Manuel Joaquín Valdivieso, quien había sido parte de la propia comisión designada por el gobierno, dos años antes, para buscar los terrenos apropiados a este gran campo funerario. Su capellán inaugural fue el presbítero Eugenio Valero y los primeros sepultados fueron a parar en la fosa común al comenzar el día siguiente de aquel en que abrió sus puertas: dos mujeres y un hombre, llamados María Durán, María de los Santos García y Juan Muñoz, cerca de la medianoche del día 10 de diciembre. La primera sepultura en nicho propio fue de la monja clarisa Ventura Fariña, un día después. Los restos de varias otras monjas fueron trasladadas desde los conventos hasta las criptas durante los meses que siguieron, además.
Sin embargo, sucedió que la Iglesia mantuvo su rotunda negativa a que el flamante cementerio sirviera también para cuerpos de protestantes y gente de otros credos, odioso conflicto que perduraría por varios años. Recién en 1854, tras mucha insistencia, se obtuvo un espacio especial de manera un tanto parecida a lo que ocurría con el Cementerio de los Disidentes Ingleses de Valparaíso, el que funcionaba desde hacía casi 30 años ya. El terreno reservado para los no católicos de Santiago quedó ubicado hacia el lado poniente de la necrópolis santiaguina y atrás del principal patio histórico, junto a la actual Profesor Zañartu, ex calle del Panteón.
Dicha área corresponde al intrigante pero a la vez elegante Cementerio o Patio de los Disidentes N° 1, una especie de compartimiento de funciones especiales dentro del recinto principal. Comenzó a ser amurallado en 1871 y se concluyó su mayor parte hacia 1884, aunque con algunas etapas posteriores como el gran portalón y las laterales, terminados por 1892 según informes elaborados ese año por la propia administración cementerial. Ocupaba una hectárea renunciada a regañadientes por la dirección religiosa de entre las 86 de todo el Panteón de entonces.
La desaparecida Capilla o Mausoleo de los Disidentes, dentro del patio, destruida en 1985. Dos imágenes difundidas por el investigador y escritor César Parra en el canal Ghost Tour Chile.
Obituario de la mal llamada "Novia de Frankenstein", en el diario "La Nación" del miércoles 21 de septiembre de 1938.
La tumba y lápida en donde está doña Berta Frankenstein viuda de Seckel.
Lápida del predicador Canut de Bon, el "padre de los canutos", en su sencilla tumba blanca junto al sendero de ingreso.
Sepultura de la familia Wicke, en donde están los restos del Dr. Sievers Wicke.
La Virgen de Luján junto a la gruta sobre la sepultura del doctor Hugo Konrad Sievers Wicke, hacia el sector norte del patio.
Aunque al principio se suponía que iba a llevar rejas o setos como contornos, aquellos murallones que lo rodean hasta ahora son de los más macizos visibles dentro de todo el cementerio antiguo: tres metros de ancho y siete de alto, con tramos destinados a nichos por su lado exterior y al fondo por el interior. Fueron hechos así en el categórico e irrenunciable afán eclesiástico por establecer límites físicos y simbólicos tan grandes como fuese posible con el resto del complejo, separando con esto lo bendito y lo profano; a lo que consideraba salvados de condenados, más precisamente. A diferencia de otros casos parecidos, como el vetusto muro que también rodeaba al patio de disidentes en el Cementerio de Concepción, por ejemplo, el de Santiago nunca fue removido.
Desde su apertura comenzaron a ser sepultados en el patio ciudadanos evangélicos, anglicanos, luteranos, masones y algunos judíos. Mucho aire europeo se advierte entre ciertos grupos de sus sepulturas, divididas por senderos que se irían haciendo cada vez más estrechos ante la acumulación de lápidas y criptas. Sectores entre los árboles tienen una estética parecida a la de cementerios europeos como el Campo de Verano en Roma, el de Weimar en Alemania o incluso el Cementerio Judío de Praga, aunque a escala evidentemente más humilde. De todos modos y dejando al descubierto una vez más el pensamiento que discurría por entonces desde las pasiones del clero (en tiempos cuando las diferencias de la fe no se resolvían ni después de muertos, como vemos), se instaló una inscripción al costado del pasillo interior del patio, en donde se leía: “A la memoria de los desterrados del cielo y de la tierra”.
Las cosas cambiaron radicalmente con la promulgación de las controversiales pero efectivas leyes laicas hacia el final de la Guerra del Pacífico y justo cuando era concluido el grueso de las obras del mismo patio, sin embargo. Especialmente importante fue la ley de cementerios civiles del 2 de agosto de 1883, durante la presidencia de Domingo Santa María. Tan importante paso en el camino hacia lo que iba a ser después la separación total del Estado y la Iglesia puso fin a la administración de los cementerios no privados bajo manos directamente eclesiásticas, destinándolos desde ahora a instancias públicas, fueran estas estatales o municipales.
Como aquellas medidas acababan con la separación puntillosa de espacios para salvados y condenados que aún defendía el credo, mismo caso del foso de los herejes que existió en el cerro Santa Lucía a inicios de la vida independiente del país y ahora del mismo Patio de los Disidentes en el Cementerio General, el poder clerical reaccionó creando el vecino Cementerio Católico en esos mismos meses, aunque no tardó en ser clausurado. Pudo reabrirse recién en 1890, ya más constituido y con mejor infraestructura. Los ciudadanos judíos, por su parte, abrieron un cementerio propio varios años después, en 1935, también ubicado entre los barrios de la antigua Recoleta.
Artística tumba tipo corral de Luis Klein, por el sector más al norte del patio.
Mausoleo de la familia Philippi, en donde está sepultado el sabio alemán Rodulfo Amando Philippi.
Muro de nichos al fondo, sector norte, con símbolos aparentemente masónicos y teológicos. Se lee la inscripción "De profundis clamavi ad te domine" ("A ti clamé desde lo profundo, Señor").
Símbolo del ojo y el triángulo en representación de la divina providencia o vigilancia de Dios, en el mismo sector de los nichos al fondo del patio.
Algunas tumbas corrales dentro del patio. Una de ella se ha ido fusionando con el tronco de uno de los árboles.
El Patio de los Disidentes se ha mantenido como una de las grandes curiosidades y atracciones turísticas del Cementerio General. También representa un testimonio de la moral de su época, indudablemente. Entre otros personajes que han llamado la atención de los memorialistas, han estado allí sepultados los siguientes:
- Luis Klein (1823-1872), nacido en el el distrito germano de Cannstatt, con una de las tumbas más artísticas de entre las antiguas en el lugar. A pesar de la coincidencia de nombre, nada que ver con el héroe homónimo de Francia de las Guerras Revolucionarias y las Guerras Napoleónicas de la misma época.
- El reverendo valenciano venido a Chile, don Juan Canut de Bon (1846-1896), fundador de la Iglesias Evangélicas del país y a cuyo apellido se debe el mote canuto para llamar a los protestantes en Chile.
- El pastor Juan Ibáñez Guzmán (1841-1875), teólogo otro pionero del protestantismo en Chile, primer pastor presbiteriano de Hispano América.
- La lápida trizada de un tal James Dean (fallecido en 1897). El nombre similar al del actor es sólo coincidencia.
- El naturalista y doctor germano Rodulfo Amando Philippi (1808-1904), cofundador y posterior director del Museo Nacional de Historia Natural. Llegó a Chile en 1951 y su filiación religiosa era luterano practicante.
- Juan Ramsay Frew (1879-1940), deportista, destacado dirigente y uno de los impulsores del fútbol en Chile. Fundador del club ciclístico Cóndor, es considerado por muchos como el padre del fútbol de Santiago.
- La alemana Berta Seckel geb. Frankenstein, apodada la Novia de Frankenstein. En realidad, era doña Berta Frankenstein (apellido de soltera), guien tomó el apellido Seckel de su marido. Nacida hacia 1863 o 1868, aparece en los obituarios del 21 de septiembre de 1938 como Berta Frankenstein viuda de Seckel, y su funeral partió a las 17 horas ese día desde su casa en calle Vergara 237 de Santiago hacia el cementerio.
- Rudolf de Dompierre de Chaufepié Scherius, ex secretario interino de la Legación de Países Bajos en Chile, fallecido en septiembre de 1932.
- Heine Holgrem, jefe de la Embajada de Suecia en Chile, quien fue asesinado a tiros, a inicios de 1936, por un compatriota suyo quien había perdido el juicio, llamado Bertii Kimdberg Frice. El crimen sucedió en el Edificio Irarrázaval, de calle Agustinas 1070, tercer piso, en donde funcionaba la legación sueca.
- El científico y doctor Hugo Konrad Sievers Wicke (1903-1971), fundador del Colegio Médico Veterinario de Chile. Su tumba familiar tiene una hermosa columna y está acompañada por una copia de la Virgen de Luján que él construyó en 1950 la localidad de La Matanza, en Buenos Aires. La estatuilla de esta advocación fue llevada por sus familiares hasta su sepultura durante el año 2010.
- El matrimonio judío Nahum Rosenblitt Raigorochky y María Waissbluth, cuyo mausoleo ha sido atacado a veces por saqueadores e incluso por el vandalismo antisemita.
- La trágica muchacha Alice Meyer Abel, a sus 24 años víctima de un terrible asesinato en 1985, con polémico desarrollo judicial en aquella década. Era hija del conocido dueño del restaurante alemán München de Providencia, don José Meyer Gar.
Sendero entre tumbas al sector de fondo del patio, por el costado norte del mismo.
Tumba de la familia Sturm y atrás el mausoleo de los Rosenblitt.
Hermosa figura escultórica de un ángel de mármol en una de las tumbas, correspondiente a la familia Jessen.
Mausoleo de la familia Brand, sector sur al fondo del mismo patio.
El muro perimetral del patio visto desde el interior del mismo.
Registros de audio de la supuestos gritos y alaridos sobrenaturales de una mujer captados por el sector del Patio de los Disidentes en 2019. Agradecimientos a César Parra por facilitarnos este material.
La mayoría de los visitantes de este cementerio menor eran miembros de las colonias extranjeras en Chile, deudos de los sepultados. En el diario "La Nación" del miércoles 2 de noviembre de 1927, un reportero nos confirma esto para el Día de los Difuntos:
Muy concurrido se vio también el Cementerio de los disidentes, que, como se sabe, se halla al lado del General. Durante nuestra visita a este recinto pudimos observar a numerosas familias extranjeras que se dedicaban a la nombre labor de arreglar las sepulturas de sus deudos.
Muchas flores y guirnaldas constituían, como en los otros recintos, el recuerdo que los disidentes rendían a sus muertos queridos.
En patio contaba también con una pequeña pero hermosa capilla propia hacia uno de los sectores centrales del mismo, de estilo románico y con bella columnas, sobre las cuales se leía en un frontón la siguiente inscripción: "Justus un perpetuum vivet" ("El justo vivirá para siempre"). Esta dependencia comenzó a caer en desuso hacia los años setenta y se lo usó como archivo y oficina por la administración del Cementerio General, pero acabó destruida con el terremoto del 3 de marzo de 1985. El investigador de cultura funeraria César Parra considera que esta pérdida se inscribe como una de las más lamentables de entre todas las provocadas por el trágico cataclismo en la arquitectura histórica de Santiago.
En las proximidades de Bicentenario Nacional y como parte de las obras en el contexto de celebraciones, se elaboró un proyecto de restauración y mejoramiento del patrimonial Patio de los Disidentes. Ejecutado conjuntamente entre el Ministerio de Interior y la Municipalidad de Recoleta, el lugar se volvió desde entonces un pintoresco paseo con grandes árboles en donde se señalan algunas de las sepulturas más importantes para los que llegan hasta ellas con afanes más turísticos que de duelo. Muchos santiaguinos pudieron enterarse con aquella reapertura de la existencia del Patio de los Disidentes, de hecho.
Muchas otras otras curiosidades y semblanzas interesantes se refugian en aquel poético rincón de la ciudad, algunas bastante profundas y misteriosas, incluidos criptosímbolos que se pueden distinguir en algunas lápidas, mausoleos y conjuntos de nichos. Con su entrada principal en el empalme de calle Poniente con Calvario, también están las historias de supuestas apariciones de fantasmas o gritos femeninos desgarrados, los que han sido registrados allí incluso con medios de audio durante el año 2019... Nada raro en un lugar de semejante peso histórico.
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